Comemos por los ojos, está claro, pero también por la boca y la nariz. Y, si me apuras, por el oído. Es algo obvio pero, ¿alguna vez te has preguntado por qué es así? Intentemos descubrir un poco más, siempre con la carne de vacuno como ejemplo, faltaría más.
- Nariz. Cuando estás constipado, la parte posterior de la nariz deja de percibir los aromas que complementan el sabor de captan las papilas gustativas. ¿Qué pasa entonces? Que la carne tiene menos sabor.
- Oído. Esto sí que es curioso. Al masticar la carne, el sistema nervioso percibe las vibraciones de la carne triturada por los dientes. El cerebro lo analiza y nos dice que estamos comiendo una carne crujiente, información que redondea un poquito más ese sabor. Entonces, ¿una carne tierna como un solomillo es más insípida? No, porque entra la saliva a envolver a los alimentos. Cuanto más saliva, más sabor desarrolla la carne.
- Boca. Es clave, evidentemente. Casi todo se percibe en las papilas gustativas que tenemos en la lengua.
- Ojos. Viendo esta foto, ¿no empiezas a salivar? ¿No se abren un poquito tus orificios nasales? ¿No se dilatan las pupilas? Pues eso.